Tahanang Puso «Santa Clara» Rubén López Magaz
Navotas — Manila (Filipinas) 12/04/2010
Carta no. 2
“Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor”
Rabindranath Tagore
Querida familia y amigos. Queridos padrinos.
Ya han pasado dos meses desde la primera carta que os escribí, y de nuevo os mando noticias desde Filipinas.
Me gustaría presentaros en esta carta a algunas personas importantes y únicas que me enseñan día a día, que me descubren algo nuevo. Son personas con nombres y apellidos, personas anónimas para muchos. Pero ante todo y lo más esencial es que, más allá de sus circunstancias, poseen la gran categoría de ser personas, Templos engendrados, rostros únicos.
Ate Amy
Una persona especial es Ate Amy. Visita frecuentemente nuestra casa, pues vive cerca de nosotros; en muchas ocasiones reza con nosotros, nos trae flores para que se las
pongamos en nuestra capilla a ‘Mama Mary’ (así es como llaman en Filipinas a la Virgen María). Normalmente viene los viernes a desayunar y después nos ayuda a limpiar un
poco la casa.
Ate Amy tiene 39 años. Tiene discapacidad intelectual y física. En muchas ocasiones observamos que algunos vecinos se ríen de ella. Si bien es cierto que Ate Amy confunde o exagera en algunas ocasiones las circunstancias, también es verdad que en su propia familia no es demasiado apreciada… Más de una y dos veces se ha presentado en nuestra casa, en la noche, cuando quizás ya estábamos incluso acostados, diciendo que alguien de su familia no la dejaba entrar en casa. En otra ocasión se presentó con una mochila diciendo que no quería estar más con su familia, que se iba de allí…
Cuando observo a Ate Amy, muchas veces me imagino qué pensaría yo en su lugar: « No me juzgues, no me etiquetes, no me califiques; quiéreme solamente por ser yo, tal y como soy. »
Niña y Jay-Jay: ‘La casa de la Alegría’
Niña y Jay-Jay son los nombres de dos niños acogidos en ‘La casa de la Alegría’ que llevan las Misioneras de la Caridad. Son, podríamos decir, dos niños ‘de’ la Madre Teresa, y si son de ‘ella’, que no os quepa la menor duda que son profundamente queridos por las Hermanas que los atienden. Cuando a partir de ahora me pregunten si creo en los ángeles, responderé: « Sí, los he visto atender a niños abandonados y enfermos, recorrer las parroquias y los rincones apartados de Manila para Amar a la gente… Y sí, visten de Blanco, con ligeras líneas de Azul que se destellan desde el Cielo… »
Niña tiene 10 años, pero su cuerpo aparenta tener entre 1 y 2. Sufre una enfermedad que la impide hablar, caminar, incluso respirar con suficiencia… Permanece postrada en una cuna. Por el contrario, posee un don inigualable: ¡sabe sonreír! Cuando me acerco a ella, lo primero que hace es sonreír. Cuando la cojo de la mano, ella estira el brazo para que la acaricie…
¡Cuántas personas tienen grandes capacidades y han olvidado su sonrisa en alguna parte! No saber sonreír, ¿no es acaso una enfermedad oculta que esconde nuestro mundo en su orgullo de progreso? ¿Por qué caricaturizamos y banalizamos los abrazos y las caricias transformándolos en emotividad superficial y lágrimas de escaparate?
Jay-Jay es un niño de aproximadamente 1 año. Padece tuberculosis. También tiene un don: ¡llora como nadie! No quiere otra cosa que permanecer en los brazos de alguien. Si procuras acomodarlo de nuevo en su cuna, explotan sus pulmones para hacernos saber que no es el lugar donde quiere estar… ¡El mundo se ve mejor desde las alturas! Cuando vuelves a cogerle de nuevo, los gritos de incomodidad cambian automáticamente por un rostro totalmente iluminado que mira hacia todas partes intentando descubrir, en alguna parte, algo que no haya descubierto todavía. A veces no queda otro remedio que dejarle llorando, y en ocasiones, afortunadamente, a los pocos minutos te lo encuentras durmiendo. En otras ocasiones, la ‘melodía’ queda para la profunda paciencia de las Hermanas y las trabajadoras de ‘La casa de la Alegría’…
Josa y Joan
Josa y Joan son dos hermanas que viven debajo de uno de los puentes de nuestra zona. (Hablé de Josa en la primera carta, ¿os acordáis?) Tienen 9 y 8 años respectivamente. Viven concretamente en una especie de bote que flota sobre el agua del río, estructurado con troncos entrelazados, y encima de esos troncos, láminas de madera que hacen un suelo liso donde poder ubicarse en el bote. Para poder resguardarse de la lluvia y del sol, fundamentalmente de esto último, poseen un toldo. Y para que la corriente no se lleve su hogar, con una cuerda la anclan al puente. Allí duermen, comen…., realizan su « vida ordinaria »… Son dos niñas que siempre nos muestran un gran cariño, un gran respeto, y una profunda gratitud con gestos que nosotros podemos considerar insignificantes.
No hace mucho organizamos una salida a la piscina para los niños que conocemos; ellas dos también asistieron. Vinieron sin toalla y sin ropa de recambio, entre otras cosas… Se me ocurrió coger una mochila pequeña que tenemos en casa y algo de ropa que la gente nos dona para quien lo pueda necesitar. Les ofrecí lo dicho para ese día. Nunca olvidaré su cara de profundo agradecimiento, con sus palabras: « ¡Maraming Salamat Kuya Rubén! » (¡Muchisimas gracias, Kuya Rubén!) El posterior trayecto hasta la piscina lo hice con su compañía, cada una agarrada a una y otra de mis manos…
« Hapag Ng Pag-Asa »
Hay un cuadro muy famoso en Filipinas y que está totalmente inmerso en su cultura. Nosotros también lo tenemos presente en el comedor de nuestra casa. Es la pintura de Joey Velasco: « Hapag Ng Pag-Asa » (Mesa de Esperanza). Es tremendamente reconocido aquí por todo el mundo. Representa a Jesús en la última cena. Sus doce acompañantes, son doce niños, niños de las calles de Manila; niños que quizás podemos imaginar enfermos, rechazados, abandonados; niños que podemos situarlos fácilmente recogiendo plásticos de entre la basura para después venderlos y sacar algo de dinero; niños que antes de la Cena han visto sus pies lavados por Jesús; niños que comparten con Cristo su mismo Pan…
Recuerdo el diálogo desgarrador situado en el Génesis, entre Dios y Caín, después de que este último matase por envidia a su hermano Abel:
“¡Caín! ¡Caín! ¿Dónde está tu hermano…?”
¿Dónde están mis hermanos sufrientes? ¿Dónde están mis hermanos que padecen soledad? ¿Dónde están mis hermanos que se mueren de hambre y sed de Amor?
Y la respuesta escalofriante de Caín, envuelta por su pecado:
“¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
Creo ver en los rostros de este cuadro a Ate Amy en su niñez, a Niña y a Jay-Jay, a Josa y a Joan… A los niños de Vilas, de Market 3… También veo, aunque parezca extraño, a los niños del mundo occidental, aquellos que crecerán y afianzarán su personalidad únicamente vistiendo ropa de marca, porque será el único concepto que sus padres les habrán enseñado como ‛equilibrio’ y ‛estabilidad’. Me veo a mí, -creo que cualquiera puede verse reflejado como un niño necesitado- necesitado del Pan que comparte Jesús, de un Pan que desprende Vida, de un Banquete del que emanan torrentes de Amor.
Porque es en ese Banquete donde descubro que soy guardián de mi hermano, de la misma manera que reconozco que mi hermano también es mi guardián.
Es la locura de la entrega infinita del Dios que nos invita a todos a sentarnos juntos alrededor de la misma mesa, una mesa de Esperanza. Es la locura que pasa por la Cruz, pero que da sentido pleno a la Noche Pascual.
Con todo mi agradecimiento, os tengo a todos muy presentes.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Un abrazo muy fuerte.
De corazón, Rubén.