El P. Tomás Morales (1908-1994) comenzó en Madrid, en el año 1946, una intensa labor con los trabajadores de empresa. Con ellos fundó el Hogar del Empleado, un movimiento apostólico de gran vitalidad que generó múltiples obras sociales.
En comunión con el ser y misión de la Iglesia, recibió del Señor el carisma de impulsar a los laicos a vivir de forma coherente su Bautismo, evangelizando todas las realidades temporales. Hizo de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola su apostolado preferente.
Este carisma se encarnó en un conjunto de instituciones, ramas de un mismo tronco, integrado por consagrados y consagradas, laicos, sacerdotes y familias. Una de esas ramas, la primera en el tiempo, son los Cruzados de Santa María.
Nacieron jurídicamente en la Iglesia el 8 de diciembre de 1955 como Pía Unión, y fueron declarados Instituto Secular de derecho diocesano el 11 de febrero de 1988. Abelardo de Armas, Mayor General de dicho Instituto desde su fundación y durante toda la vida del P. Morales, trabajó junto a él para ir haciendo realidad en los laicos las enseñanzas del fundador, por lo que recibe el reconocimiento de co-fundador.
Los Cruzados quieren ser artífices de una evangelización del mundo desde dentro, a modo de fermento, viviendo en plenitud los consejos evangélicos encarnados en la profesión, en la vida de familia entre sus miembros y en el trato personal con Jesucristo.
Su espiritualidad está centrada en el amor profundo, tierno y operante a Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia, imitándola en su «Hágase» y «Estar» al pie de la Cruz y en todos los momentos de su vida. Quieren encarnar en el mundo el espíritu de Nazaret, a través de la ejemplaridad alegre en el cumplimiento del deber, haciendo del trabajo y estudio el medio ordinario de santificación.
De la labor apostólica en sus ambientes de trabajo y estudio y de su atención a los jóvenes fue naciendo primero un grupo apostólico, la Milicia de Santa María, y más tarde otras muchas realidades de tipo familiar, apostólico, solidario, etc.
Los Cruzados de Santa María han dado marco jurídico en sus Constituciones a los Colaboradores, personas adultas o matrimonios que quieren mantenerse unidas a su espiritualidad, directamente o a través de los distintos grupos y obras apostólicos nacidos a su alrededor. Con ello han pretendido darles mayor potencial evangelizador, manteniéndose como su núcleo espiritual.