Como un coro, hemos intentado cantar con la variedad de voces y la unidad de las almas. El Espíritu Santo nos ha hecho experimentar la armonía que sólo Él sabe generar: es un don y un testimonio en un mundo desgarrado y dividido.
Después de un mes de trabajo, ahora el Señor nos llama a volver a nuestras Iglesias para transmitiros a todos vosotros los frutos de nuestro trabajo y continuar juntos el camino. Aquí en Roma éramos sólo unos pocos, pero el sentido del camino sinodal convocado por el Santo Padre es implicar a todos los bautizados. Deseamos fervientemente que así sea y queremos comprometernos para hacerlo posible. En este Informe de síntesis hemos recogido los principales elementos que surgieron en el diálogo, la oración y el debate que caracterizaron estos días.
El texto se estructura en tres partes. La primera esboza “El rostro de la Iglesia sinodal”, presentando los principios teológicos que iluminan y fundamentan la sinodalidad. Aquí el estilo de la sinodalidad aparece como un modo de actuar y operar en la fe que brota de la contemplación de la Trinidad y valora la unidad y la variedad como riqueza eclesial. La segunda parte, titulada “Todos discípulos, todos misioneros”, trata de todos los implicados en la vida y misión de la Iglesia y de sus relaciones. En esta parte, la sinodalidad se presenta principalmente como un camino conjunto del Pueblo de Dios y como un diálogo fecundo de carismas y ministerios al servicio de la venida del Reino. La tercera parte lleva por título “Tejer lazos, generar comunidad”. Aquí la sinodalidad aparece principalmente como un conjunto de procesos y una red de organismos que permiten el intercambio entre las Iglesias y el diálogo con el mundo.