Discurso del Santa Padre Francisco a los participantes en el plenario de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
Aquí, esto es decisivo: centrarse en el don de Dios, en la gratuidad de su llamada, en la fuerza transformadora de su Palabra y de su Espíritu. Con esta actitud, os animo a vosotros y a quienes, en los diversos institutos e Iglesias particulares, ayuden a los consagrados y consagradas, partiendo de una memoria “deuteronómica”, a mirar el futuro con confianza. ¿Por qué digo memoria deuteronómica? Porque es muy importante recordar. Ese mensaje de Deuteronomio: “Acuérdate de Israel, recuerda”. Ese recuerdo de la historia, de la propia historia, del propio instituto. Ese recuerdo de las raíces. Y esto nos hace crecer. Cuando perdemos la memoria, ese recuerdo de las maravillas que Dios ha hecho en la Iglesia, en nuestro instituto, en mi vida -todos pueden decir- perdemos fuerzas y no podremos dar vida. Por esto digo memoria deuteronómica.
Su servicio, hoy más que nunca, se puede resumir en dos palabras: discernir y acompañar. Conozco la multiplicidad de situaciones con las que tienes que lidiar todos los días. Situaciones muchas veces complejas, que requieren ser estudiadas en profundidad, en su historia, en diálogo con los Superiores de los institutos y con los Pastores. Es la obra seria y paciente del discernimiento, que no se puede realizar sino en el horizonte de la fe y la oración. Discernir y acompañar. Acompañar especialmente a las comunidades de nueva fundación, que están aún más expuestas al riesgo de la autorreferencialidad.
Papa Francisco, 11 diciembre 2021